El
camino de la vida, hace tiempo que empezó a ser bastante sombrío,
abrupto y confuso. Cada vez más, hasta el punto en que es imposible
ver más allá de unos pocos metros. No se ve nada, sólo puedes ver
por donde vas pasando. Unos cuantos pasos atrás he empezado a andar
por un puente, un puente del que no se aprecia un fin, y por supuesto
no se sabe a dónde va a parar. Se tambalea a cada paso y mientras
van cayendo rocas de lo alto de alguna colina cercana. Llegados a
este punto no hay opción que valga. Volver atrás te llevaría a un
camino que tal vez esté ya destruido. Sin embargo con un pequeño
salto puedes poner fin a todo esto ¿y si...?
La
idea del salto al vacío es tentadora, tendrías por fin la
tranquilidad que nunca tuviste, ese sosiego que llevas toda la vida
esperando, por fin silenciaría todas esas voces en tu mente. Sin
embargo tampoco hay elección, has arraigado un vínculo con gente de
este mundo y son esas raíces las que te han impedido dar antes ese
salto. Y recuerda que por suerte o desgracia fueron creadas por tu
propia voluntad. Ni siquiera tienes libertad suficiente para elegir,
ya has vivido esto antes, cuando eliges un camino la vida te aparta
de él y vuelves a empezar. Y eso no es todo, también has perdido el
combustible, esa fuente de energía que te hacía poner todo tu
empeño en seguir y avanzar por ese camino, la ilusión, la
motivación. Y ahí estás, en medio del frágil puente mientras todo
se derrumba a tu alrededor, avanzando con lentitud y desidia hacia no
se sabe dónde, encadenado a este mundo y cada vez más muerto
interiormente, cansado de escuchar siempre las mismas voces dentro de
tu cabeza, que eventualmente ignorarás. Cuánta impotencia, cuánta
confusión. No hay respuesta a tus preguntas, no hay elección, no
esperes nada, ni siquiera esperes el fin, sería ponértelo demasiado
fácil. Sólo sigue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pues eso