El miedo, sensación inherente al ser humano, innata, que nos protege evitando que entremos en peligro, o activando el “botón” adecuado para escapar de dicho peligro. El único escenario en que el miedo es un aliado es en una situación de supervivencia, donde la vida corre un grave riesgo, la adrenalina liberada hace capaz al individuo de cosas inimaginables en él con tal de conservar la vida. Pero no es ese miedo del que me dispongo a hablar.
Voy a hablar del miedo que impide al individuo hacer cosas, cosas que podrían traer consecuencias muy positivas. Miedo al fracaso, al ridículo, al amor, al dolor, a no cumplir expectativas, etc. En definitiva, miedo al sufrimiento. ¿Por qué existe miedo al sufrimiento? Muchos pensarán que esta pregunta no tiene sentido, porque clavado en su cabeza se halla el pensamiento de que el sufrimiento es malo y muy negativo, por lo tanto tratan de evitarlo, desgraciadamente también evitan muchas cosas positivas que les puede traer. El sufrimiento no es malo, ni mucho menos negativo, por eso no se debe tratar de evitar. Lo que vale la pena en la vida no se consigue sin sufrimiento, es necesario, y además fortalece al individuo, porque después de cada sufrimiento se es más fuerte, más tenaz y se está más preparado para cualquier cosa que le depare la vida. Pero para que esto ocurra primero hay que saber superarlo, saber resistir, no rendirse ni venirse abajo, tener una actitud de autosuperación, sólo así se podrá sacar lo positivo de ello. Una desgracia no es el fin del mundo, nunca es el fin del mundo, si te hallas en medio de una tormenta, crúzala, aunque te caigan piedras por todos lados, aguanta y sigue, si tu mente te dice “para”, ignórala. Cuando llegues al final verás tu recompensa, sea en forma de objetivo cumplido, sea en forma de experiencia y fortaleza ganada, porque algo positivo siempre se saca de ello, y será entonces cuando mires hacia atrás con una sonrisa y veas que el miedo ya no tiene razón de ser, has superado ese sufrimiento que tanto te atemorizaba, ya no volverás a retroceder ni a torcer el gesto cada vez que tengas que vértelas con algo similar. En definitiva, la experiencia te ha demostrado lo equivocada que estaba tu imaginación, porque sí, el miedo a hacer determinadas cosas es fruto de la propia imaginación que recrea los peores escenarios en la mente, ahondando en ese miedo. En este sentido la imaginación es un enemigo a vencer en primer lugar, una vez dado el primer paso sólo queda arriesgar, aguantar, y vencer.
Hay que tener claro que en la vida se va a sufrir, es algo que por mucho que intentes evitar, ocurrirá, y más te vale estar preparado y dispuesto a enfrentarte a todo lo que te atemoriza. En la vida conviene pasar por un infierno para llegar a un paraíso.