Parece
que vuelvo a verte, no has cambiado nada, siempre apareces en
momentos de debilidad e intentas meterte en mi cabeza. Siembras el
desconcierto y el miedo, distorsionas la realidad, y tratas de
aprovecharlo para recuperar un puesto que nunca fue tuyo. Provienes
de una negatividad antigua que cada vez carece más de sentido, no
has nacido conmigo, no eres yo, has nacido como resultado de un
cúmulo de despropósitos, pero no volverás a tomar el control, no
otra vez. Te conozco cada vez mejor, debí verte venir, siempre
cuando estoy en el suelo, muy propio de ti, cobarde.
Ya
no soy el mismo que las otras veces, ya no soy aquel niño asustado
de lo que se le pasaba por la cabeza, ya no estoy encerrado en un
rincón rogando porque que te vayas, ya no estoy solo como siempre
intentaste hacerme creer. Me haces pensar que lo he perdido todo para
que me aferre a ti como hace tiempo, manipulas la realidad para que
todo parezca en mi contra, me contaminas, pero no soy tu juguete, ya
no. Eres fuerte, no lo niego, y estoy herido, pero tu cobardía te
pierde, ¿Dónde estabas cuando yo caminaba a paso firme? Escondido
como una rata. Ahora que estamos frente a frente no pareces tan
fiero, no oigo tus patrañas. No eres nada. La fuerza sin valor no es
nada. No estoy solo, lo que me da el valor y el apoyo para levantarme
cuantas veces haga falta. Desde el suelo se te ve grande, alto,
poderoso, pero a medida que me levanto veo que sólo eres un enano
cobarde. Te lo repito, no eres nada. Aún tengo cosas por resolver,
pero tú no eres una de ellas, no molestes. Esta vez no. Adiós.
Sabes que eres mucho más fuerte que todo eso.
ResponderEliminar