No
podemos intentar cambiar el mundo si ni siquiera somos capaces de
cambiar por nosotros mismos. Tenemos hábitos tóxicos. La capacidad
del ser humano para intoxicarse a sí mismo a base de negatividad
(odio, envidia, avaricia, soberbia, pensamientos negativos) y hábitos
dañinos (sedentarismo, tabaco, drogas, alcohol, etc) es
impresionante; además de ser capaz de meterse por sí mismo en
espirales de esta propia negatividad, ¿quién dijo que el ser humano
fuese inteligente? ¿alguien inteligente haría estas cosas? Pero
esto no es lo peor, lo peor es que todo esto se inculca directa o
indirectamente generación tras generación, como un cáncer
hereditario. Si este es el ejemplo que damos a los que vienen, pronto
serán un reflejo de todas estas cosas.
En
mi opinión la principal fuente de todo lo negativo se halla en la
ignorancia, la cual hay de sobra. Nadie escapa a ella, ni yo mismo, por supuesto. Si no ignoras el daño y la pérdida
de tiempo, vida, esfuerzo y dinero que te supone todo esto, dejarías
de hacerlo. Nadie quiere desgraciarse la vida, supongo.
Como
he dicho anteriormente, el problema está en cuando intentamos
cambiar las cosas por fuera sin cambiar por dentro. Yo no puedo
confiar en una revolución llevada por la ignorancia y el
borreguismo. Yo no puedo confiar en un gobierno (sea del tipo que
sea) que esté contaminado por este cáncer que la propia sociedad se
encarga de crear, que moldea a cada persona para crear prejuicios,
desprecios, competitividad insana y corrupción como modo de vida
fácil. Una sociedad que particularmente se encarga de pisotear y
aprovecharse de otras sociedades menos “desarrolladas” para
enriquecerse, no me cabe duda de que en tiempos difíciles optará
por aprovecharse de sus propios ciudadanos para seguir haciéndolo. Y
los propios medios de comunicación harán lo posible por censurar y desinformar a la gente para que piense que se está haciendo todo lo posible para ayudarles, mientras además les lava el cerebro y les tiene entretenidos con programas y espectáculos, no vaya a ser que nos dé por pensar e informarnos nosotros mismos. Por suerte esto parece estar sirviendo cada vez de menos.
Estoy
seguro de que si todos y cada uno de nosotros, yo incluído por
supuesto, hiciésemos por cambiar interiormente y nos limpiásemos de
toda esta negatividad que nos afecta a nosotros y los que nos rodean,
la humanidad como colectivo empezaría a ir mucho mejor. Si fuésemos
conscientes de la lacra que suponen estas acciones y pensamientos,
dejaríamos de pisotearnos los unos a los otros. Comprenderíamos que
la avaricia no enriquece a nadie, no habría necesidad de tener más
que nadie, no habría envidias ni soberbia; nadie sería rico ni
pobre, habría recursos para todos, no habría que robar para comer
ni para enriquecerse. Si intentásemos aprender y pensar por nosotros
mismos, dejando de lado la ignorancia, nos daríamos cuenta de lo
estúpidos que son los prejuicios y el odio irracional que supone el
fanatismo de cualquier tipo. Dejaríamos de matarnos los unos a los
otros por tener más, o por ser de distintas creencias, culturas,
razas o ideales. ¿Qué sería de la delincuencia sin estas cosas?
Una
vez nos limpiamos y enriquecemos interiormente, podemos enriquecer el
mundo a nuestro alrededor, al dejar la ignorancia de lado, no
existiría esa negatividad de la que hablaba antes, puesto que
sabríamos lo inútil que es y lo mucho que sobra.
Por
desgracia todo esto no es más que una utopía, el ser humano es un
ser defectuoso. Todo este cáncer surgió hace muchísimo tiempo.
Creo que ese es el término adecuado, cáncer. Del mismo modo que un
cáncer se hace más grande, el cáncer de la sociedad también
crece; gracias a todos nosotros, que desde siempre nos enseñaron
a no pensar por nosotros mismos, si no a hacer caso de lo que dicen unos
“ideales” que nos han llevado a lo que hay ahora. Personas
que quieren formar parte de una masa social podrida, sin saber dónde
se meten, sólo por no quedar excluídas, por formar parte de algo.
Pero
bueno, ¿qué se podía esperar de una especie que se cree a sí
misma inteligente, pero que no se cansa de demostrar que no lo es?
Una
especie que parece no saber que sólo tiene un hogar, la Tierra, y no
ha parado de destruirlo durante siglos. Una especie que desde que
mata a sus propios congéneres por ser distintos a ellos. Una especie
que no para de intoxicarse a sí misma, y también a todo lo que le
rodea, e incluso se siente orgullosa de ello. Vergüenza siento en ocasiones de
pertenecer a esta especie, no me extraña que sienta más respeto
hacia un animal. No hay esperanza, la maquinaria empezó a funcionar
hace tiempo; la maquinaria que acabará autodestruyéndonos en algún
momento, puede que no muy tarde. Este es el mundo que dejaréis a vuestros hijos, si es que pensáis tenerlos, claro.
Obviamente
todo esto que digo está dicho desde mi corta visión del mundo,
estoy seguro de que hay más cosas más allá, sobre todo fuera de la sociedad
occidental, que es principalmente de la que hablo. Yo también estoy
en parte contaminado por la sociedad en que he crecido. No pretendo
que nadie me haga caso, no debería, a menos que se haya informado,
lo haya reflexionado, cuestionado y le haya salido de dentro; porque
los cambios que valen son los que salen de dentro. El cambio de todos
y cada uno debe salirnos de dentro y si lo creemos así necesario.
Una utopía, tal vez lo mejor sea que terminemos de autodestruirnos y
dejemos que la naturaleza siga su curso.
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Pues eso